No recuerdo cuanto tiempo pasó ni recuerdo de donde saqué
fuerzas para levantarme y seguir andando. Sin embargo, aquí estaba nuevamente,
en el mismo camino con el sol sobre mi cabeza. Levanté la mirada y en la
distancia vi una silueta. Se acercaba a mí. ¿Alguna vez has visto un ángel
caminar sobre la tierra? Es lo que me preguntaba cada vez que la veía andar al
despedirnos. Es lo que sentía cada vez que venía hacia mí. Y allí estaba ella
caminando a mi encuentro. Nos acercábamos más y podía ver sus hermosos cabellos
volando al viento y ese rostro que tanto recordaba. Esos labios que añoraba
tanto besar una vez más. Bella como siempre, abrió sus brazos y se quedó
esperando que yo avanzará.
Olvidé el agotamiento, olvidé el dolor, olvidé el tiempo y
corrí por ella. La tomé en mis brazos con mucho cuidado recordando lo frágil
que es. La abracé y ella puso sus brazos alrededor de mi cuello. La abracé tan
fuerte como pude.
- ¡Ay! - dijo ella en un susurro
- ¡Perdóname! - le dije tocando su rostro- ¿Estas bien? No
medí mi fuerza
-Estoy bien- me respondió- me gusta que me abraces así,
aunque me duela un poco
-Estoy tan feliz de verte
Y ahí mismo, en medio de la nada, nos sentamos y estuvimos
en silencio unos minutos. Sus ojos eran como siempre los recordé, llenos de ternura
y esa sonrisa que siempre se dibujaba al mirarme seguía en su rostro. Siempre
adoré esos silencios en que sonreíamos de solo mirarnos. No pude aguantar más,
me acerqué y la besé. El calor regresó a mí y empezamos a reír después de
alejarnos un poco.
- ¿Es así como los recuerdas no? - me dijo
-Mucho mejor- dije yo- un beso añejado de mucho tiempo
- ¡Jajaja, pero que cosas dices! ¿Un beso puede ser añejo?
-Supongo que sí. Es un beso que ha tomado mucho tiempo en
existir. Algo así como un vino que espera 5 años para estar listo.
- ¿Somos un vino?
-Creo que somos algo mucho mejor que eso
-Hmmm- pensó ella- no sé qué podría ser mejor que un vino
-Nosotros
-Pero no somos un vino
-Está bien, somos un vino
-Somos el mejor vino- me dijo guiñándome un ojo
No dijimos más y empezamos a reír. Entre conversaciones de
vinos y besos estuvimos sentados y luego tirados en la hierba hasta que llegó
la noche. Podíamos observar las estrellas y ella siempre se maravillaba cuando
pasaba una estrella de un lado a otro dejando un rastro de luz.
-No deseo irme nunca de aquí- le dije
-Entonces no lo hagas- y me dio una mirada triste-. No me
vuelvas a dejar
El tiempo se detuvo. Las estrellas se apagaron. No había más
que silencio a nuestro alrededor. Dejé de sentir la hierba en mi espalda. Solo
sentía sus caricias sobre mi pecho y como besaba mi cuello.
- ¿Sabes que siempre te amaré no? Sin importar donde esté-
le dije
-Si, lo sé- me respondió con una mirada de niña engreída-.
Siempre lo he sabido
-Jajaja ¿Por qué estas tan segura de eso? - le pregunté
-Porque soy lo mejor que has conocido en tu vida y sabes que
no encontrarás a alguien como yo otra vez
- ¿De todas las mujeres que existen en la tierra? ¿En serio
crees eso?
- ¿Alguna vez crees que alguien más te quitará el aliento
como cuando me ves?- me preguntó ella- ¿O que tu corazón latirá con la misma
fuerza como cuando tomas mi mano?- me miró fijamente a los ojos y susurró con
dulzura- ¿O como tu mirada cambia cuando quieres hacerme el amor?
- ¿Mi mirada cambia? - le respondí - Mi mirada no cambia
¡Jaja!
-Oh corazón, no tienes ni idea todo lo que dice tu mirada. -
se rió, se sonrojó y continuó hablando- Tu mirada pasa de amor y ternura a
deseo y pasión. Cuando nos despedimos la última vez no podías siquiera
respirar, tus piernas parecían pesar demasiado y no podías moverte. Te
volteaste a verme una última vez y en tu mirada sentí el vacío que tenías por
dentro.
-Recuerdo- me detuve un momento y traté de recordar ese
momento-, solo recuerdo que mi corazón no podía aguantar más y no tenía fuerzas
-Y así fue, tu corazón no aguantó más- me dijo ella con los
ojos llenos de lágrimas-. Estuve a tu lado todo el tiempo que estuviste
postrado en esa camilla de ese maldito hospital hasta que te fuiste. Tomaste un
camino que no podía seguir y te odie tanto por abandonarme. Lloré y grité, pero
no conseguí nada- se detuvo y puso sus manos en mi rostro y continuó-. Yo
tampoco aguanté mucho más. Sin ti sentía que la vida me abandonaba a cada
segundo hasta que dormí y te vi en sueños. Te tenía otra vez. Y pedí solo un
deseo. No volver a despertar.