Después de mucho pensarlo, el pequeño Arturo decidió acercarse a la bella Pamela y entablar una conversación como hacía mucho no lo hacían. Cualquiera podría decir que esto es algo muy simple, pero cuando olvidas a los amigos, tiendes a no llamarlos y no saber de sus vidas en un buen tiempo. La gente cambia, muchas veces para mal, pero muchas otras para bien. Habían pasado casi dos años desde la última vez que Arturo y Pamela conversaron por última vez.
Los inicios de las conversaciones son muchas veces como los pasos temerosos de un bebe, a veces de frente o ladeado, pero al final termina sentado y tratando de pararse. Sin embargo, luego de dos pasos bien dados, aquel bebe querrá correr por todo lugar posible.
Irónicamente, Arturo se acercó, pero fue ella quien habló primero.
-Hola!
-A los años que apareces
-Si pues. Pucha loco me ha hecho falta hablar contigo- dijo Pamela con un aire nostálgico
Guardaron silencio por unos minutos. Arturo meditaba sobre esas simples palabras sin lograr recordar las conversaciones que solían tener. Los pasitos miedosos habían quedado ya muy atrás.
-Que bueno verte la cara- al decir esto, Pamela sonrió, se sonrojó y bajó la mirada
-La cara? Yo diría que todo
-Todo? Como es todo?
Ahora eran esas palabras las cuales hicieron recordar a Arturo de las largas conversaciones que solían tener. Ahora las cosas eran más claras, ahora entendía porque a ella le hacía falta hablar con él. Aunque un poco desilusionado que las cosas no hayan cambiado en ese sentido, dentro de si pensó que una vez más no sería malo.
-Bueno, Todo es mi amigo imaginario. Tiene una larga cola y una sonrisa blanquita, las patitas chiquitas y las orejas verdes. Tiene ojos azules y nariz rosiverde. También tiene un barrigota que se rasca cuando se ríe y unas manos pequeñitas de las cuales se le caen los vasos cuando toma agua. Su pelo es esponjoso y azul que brilla con el sol y tiene una voz aguda como la de una gota estrellándose contra el suelo en medio del silencio- recuperando su aliento, Arturo levantó la mirada pues había estado jugando con los dedos mientras hablaba
-Que pasó? No tenías hermanos para jugar?- preguntó Pamela con una sonrisa tan bella que opacaba al sol
-No, por alguna razón me metían en una caja de televisor y me decían que cuente hasta cien y saliera a buscarlos, pero cuando quería salir ya habían puesto tape en la caja y no podía salir. Fue en uno de esos momentos en que apareció Todo con sus superpoderes y abrió la caja con un cuchillo
-Jajaja, pucha flaco, ponte a escribir un libro o vas a terminar con el marques de Sade- dijo Pamela sin poder contener las lágrimas de la risa
-Lo siento, eso pasa cuando no tomo mi pastilla. Creo que por hoy no la tomaré, veremos si el mundo me aguanta tal y como soy, con mi esquizofrenia cerebral parcialmente desarrollada con indicios de locura extrema y conjeturas de conjugaciones intravasculares inexistentes de la vida de Maria Reich- Arturo hablaba sin emitir risa alguna
-Por favor detente, no puedo reír más- dijo ella
-Imaginas todo lo que tiene que aguantar mi pobre enamorada? Aguantarme así un día entero debe ser cansado no?
-Fácil, pero yo andaría muriendo de la risa a cada instante
-Claro que a ella nunca le he contado de Todo pues sería una historia mucho más larga aun- miró a Pamela a los ojos y continuó -Además si Ellos se enteran quizás me lleven de regreso al planeta extraño y yo no quiero
-Disfrutas haciendo esto no?
-Si, pero como diría mi viejo amigo Jaime, no se lo digas a Nadie ok?- un tonto silencio los calmó unos segundos -Yo fui muy obediente y no se lo dije a Nadie; por cierto, conoces a Nadie?
-Ahí vamos de nuevo- y llevándose una mano a la frente Pamela escuchó con mas atención -Quien es ese?
-La verdad es que le quería contar a Nadie, tu sabes lo travieso que soy, pero siempre que preguntaba por él era cuando estaba sentado en el micro camino a Algún Lugar y al preguntarle al cobrador si conocía a Nadie este me respondía nadies?- se secó unas gotas de sudor y continuó aun más -Yo les decía "No tonto! Nadie, el amigo de Jaime, no lo conoces?
-Así son de tontos
-Ellos siempre me decían nadies. Luego llegaba a Algún Lugar y me olvidaba por completo. Ay! Alguna vez has estado en Algún Lugar?- preguntó con la voz mas inocente que Pamela alguna vez escuchó
-Me invitaron, pero estaba lejos y ya era tarde- respondió ella con una sonrisa escondida
-Hoy me dieron descanso de Algún Lugar. Dicen que tengo que volver, pero yo no quiero.
-No vayas, si quieres te quedas en mi casa
-Es feo, todo el día gritan los locos y en las noches se golpean las cabezas contra las paredes. Hay días en los que juego a la muralla china y no falta algún loco que empiece a golpearse contra mi.
-Eres único Arturo
Sin darse cuenta habían caminado tanto. El sol en lo alto quemaba sus cabezas sin piedad alguna y los hacia sudar. Pero para ellos dos, el tiempo se había detenido y era el mundo el que giraba a su alrededor.
-Vamos de paseo!- dijo Arturo dando un salto
-Pero ya estamos paseando- respondió una confundida Pamela
-Vamos a Algún Lugar
-Pucha, ya pues, pero regresamos temprano porque ahí es feo de noche
Y después de tanto caminar se detuvieron. Debajo de un gran árbol, en un pequeño parque. Pamela tomo las manos de Arturo y este se sintió algo incomodo, pero aceptó el gesto de Pamela.
-Te digo lo que siento?- le preguntó ella
-Dime, que sientes?- se apresuró a responder sin entender la pregunta
-Siento que tu alma esta súper contenta porque ahora tienes algo que has esperado por mucho tiempo y lo estas disfrutando
-Si- respondió Arturo un poco desilusionado de nuevo- vacaciones!
-Jajaja
-Es verdad. Imagina que antes lo único que quería era terminar el colegio. Después de eso no he vuelto a tener un día triste, un día sin risa
-Te falta un buen siquiatra- dijo Pamela entre risas, pero Arturo estaba concentrado en lo que decía y no escuchaba más
-Era tan aburrido. Levantarse todos los días a las seis de la mañana, tomar desayuno y salir corriendo. Llegar a las ocho cuando la hora de entrada era a las siete. Estar en clases, usar el tonto uniforme, divertirme los fines de semana. La vida era tan monótona
-Yo pasé por lo mismo, pero aun así era feliz- dijo ella y él aun sin escuchar
-Algunos dicen que la mejor época de la vida es el colegio o la universidad, pero no saben cuan equivocados están. La mejor época de tu vida empieza después de ver realmente lo frágil que es la vida y lo fácil que es perderla. La mejor época empieza cuando decides vivir cada día como el último, sin miedo al que dirán y el que te harán, cuando te das cuenta que hacer lo mismo es tonto y aburrido- se detuvo un momento y vio como el rostro de alegría de Pamela cambio a uno un tanto triste -Si tienes solo una vida para que gastarla haciendo cada día de esa vida lo mismo? Yo ya perdí 11 años y no pienso perder ni uno más
El silencio se hizo presente una vez más y los dos, aun cogidos de las manos, se miraron unos segundos más. Pamela bajó la mirada y al levantarla de nuevo se podía ver como unas delicadas lágrimas caían por su mejilla.
-No llores por favor. Si quieres puedo seguir hablando superficialidades para no tener que hablar de cosas como estas y no te sientas mal- y al decir esto Arturo secó las lagrimas del rostro de Pamela con los dedos
-Has cambiado tanto, quien diría que de ti saldrían cosas tan sensatas
-No fue Ti, fui yo. Ti esta de viaje en Tailandia- respondió Arturo sintiéndose totalmente ignorado. Pamela había obviado los sentimientos de él
-Pucha, no me despedí
-No te preocupes te dejó una carta
-En serio? Cuando me la das?
-La carta? Se la comió Todo
En un instante las lágrimas se terminaron y parecía que todo volvía de vuelta a lo normal, si es que algo como lo normal realmente existe. A veces somos como niños encerrados en cuerpos grandes, pero muchas veces somos grandes encerrados en cuerpos de niños.
-Me tengo que ir- dijo ella
-Es una lástima que hayamos cambiado tanto no?
-Tu eres quien ha cambiado. Has cambiado tanto
-Si, es un problema ser como soy. De tiempo en tiempo vienen amigas que solo quieren contarte sus problemas y piensan que uno las hará reír para olvidar sus penas. Lamentablemente esas personas no ven más allá de las cosas
-Por que me siento atacada con eso?- y nuevamente Arturo no escuchaba
-No se puede valorar lo que no se conoce e inconcientemente a veces perdemos grandes cosas por esa ignorancia.
-Discúlpame
Esa fue la última palabra que le dijo. Las lágrimas volvieron a empapar las mejillas de Pamela quien ahora caminaba sin poder levantar el rostro. Un camino incierto era el que ahora recorría. Arturo la siguió con la mirada mientras se alejaba cada vez más y una lágrima escapó de sus ojos.
-Yo te conocí demasiado y te valoré tanto, pero aun así te tengo que perder. Uno solo puede demandar lo mismo que da, pero ella- suspiró -nunca me vio, nunca me vio en lo absoluto- pensó mientras caminaba en sentido opuesto.
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