Días raros como estos, cuando te despiertas y ves el cielo claro; cuando no sabes si saldrá el sol o se quedará todo frío. Son los despertares de un día que no debió empezar. Decidir despertar en un día como tal es duro, decidir dar los fríos pasos dentro de la bañera con el agua sin emoción cubriendo el cuerpo. Días en los que no hay ánimos para cantar. Salir y sentir el frío concreto. Aun sin emoción, hasta que levantas la mirada y ves aquel cielo que clama por llevar rayos de sol a todo el mundo. Es un momento como tal en el que me vuelvo a preguntar: luego de tantos años, que estoy haciendo con mi vida?
Ya no recuerdo aquellos días en los cuales veía las puestas de sol, no recuerdo las calles con luz de una tarde en decadencia, no recuerdo aquel humo del cigarro en aquellas caminatas sin llegada. Cual es el final entonces? Uno no puede admirar la vida sin vivirla, y vivirla implica demasiadas cosas. En este mundo es difícil ser quien uno desea ser, es difícil solamente ser lo que se quiere ser. Tienes que ser algo más y, sin embargo, ser lo mismo que los demás. La dificultad de querer ser un artista, de vivir la vida asombrandose de cada pequeña cosa que miramos. Cada cosa que no entendemos, como el cielo azul que veo hoy mientras sigo en este auto. Esos deseos de retratar ese cielo en letras que solo encuentran su significado al enlazarse entre si, que solo logran ese poder por el asombro que causa el cielo, porque es el cielo el que esta en estas lineas.
Días como otros son mas raros aun, como aquellos que despiertas y sabes que las cosas irán mal. Sientes el peso del mundo en tus hombros haciéndote doler y te fuerzan a ser más duro que otros días. Ruegas que todo termine más rápido aun, pero es imposible. Nuevamente levantas la mirada buscando aquel cielo que te maravilló días antes, pero lo único que ves es un cielo gris que parece reflejar la tristeza de tu alma y sientes la garua en tu rostro sabiendo que en realidad son las mismas lágrimas que caen por tu tristeza. Has perdido lo que tenías, has perdido lo que eras.
Tratan de encarcelarte en la monotonía y limitarte a ver la vida en una sola línea. Recuerdas las palabras tan tontas "lo hombres no lloran" y aun conociendo la gran falsedad oculta, tratas de retener tu ira, tu tristeza, tu pasión detrás de tus ojos.
Maldigo el cielo, maldigo el concreto, el frió y la garua; las prisiones para nuestra mente; las cosas de la vida que no puedo ver; las cosas del mundo que no me son permitidas. Maldigo todo aquello que no puedo ser. Maldigo y tal vez solo maldigo, pero mis manos siguen atadas y el cielo desapareció de mis líneas.
Días como estos descubres en las palabras de una amiga aquella libertad que perdiste en la tristeza y el cielo gris es destruido por un sol radiante que da paso a aquel cielo azul que maravilla. Las lágrimas caen por mi rostro esperando que ese cielo no vuelva a ser gris.